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La vitamina D: neurohormona para evitar enfermedades cardiacas

Consumir vitamina D en dosis adecuada puede ayudar a la salud cardiovascular y el mantenimiento de la homeostasis.

Por sí sola, una vitamina no puede prevenir el desarrollo de una enfermedad cardíaca si no controlas tus otros factores de riesgo, como una mala alimentación, fumar, el colesterol alto y la diabetes.

La Vitamina D tiene efectos antiinflamatorios en el proceso de la aterosclerosis regulando los factores de riesgo para afecciones cardiometabólicas.

Cuando el cuerpo no recibe la suficiente cantidad de esta vitamina existe mayor prevalencia de afecciones cardiovasculares. En cuanto a las cantidades, se consideran niveles séricos normales de Vitamina D por encima de 30 ng/ml. Menores a ellos se considera deficiencia. Niveles por encima de 150 ng/ml son considerados tóxicos.

La vitamina D ayuda a mantener los huesos sanos, para el movimiento de los músculos y nervios para transmitir mensajes entre el cerebro y otras partes del cuerpo.

También es indispensable para que el sistema inmunitario pueda combatir las bacterias y los virus que lo atacan.

 

¿Sol o suplementos?

El cuerpo produce vitamina D cuando se expone al Sol. 15 minutos diarios podrían ser suficientes, sin embargo, es recomendable consumir suplementos  D2 (ergocalciferol) y D3 (colecalciferol). Ambas aumentan la concentración de vitamina D en la sangre.

La vitamina D al ser liposoluble, se absorbe mejor cuando se toma con una comida que contenga grasa saludable.

 

¿Cuáles serían las dosis indicadas?

Estudios sugieren que hasta los 6 meses 25 mcg (1.000 UI), en niños de 1 a 3 años 63 mcg (2.500 UI), niños de 4 a 8 años 75 mcg (3.000 UI), niños de 9 a 18 años 100 mcg (4.000 UI) y adultos 100 mcg (4.000 UI)

 

Cómo influye la vitamina D en enfermedades cardiacas

La vitamina D es importante para la salud del corazón y de los vasos sanguíneos y mantener una presión arterial normal.

Consumir vitamina D reduce los niveles de colesterol en la sangre y la hipertensión arterial, dos de los principales factores de riesgo de enfermedad cardíaca. Además de inflamación crónica de los vasos sanguíneos (relacionada con el endurecimiento de las arterias o aterosclerosis).

Sumado a ello, también alteraría los niveles de hormonas como la insulina y aumentaría el riesgo de diabetes.





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