El binge drinking: una preocupante práctica de consumo en adolescentes y jóvenes
Los atracones de alcohol en corto tiempo son una tendencia extendida y con graves consecuencias para la salud física y mental.
Por Milton Rojas, responsable del programa Lugar de Escucha de CEDRO
Los atracones de alcohol, también denominado binge drinking, son el consumo de grandes cantidades de alcohol en periodos de tiempo cortos, comportamiento que ocurre en adolescentes y jóvenes en escenarios sociales como fiestas, reuniones y otros espacios. Al respecto, los estudios indican que, si bien las razones para estas prácticas de uso de alcohol son variadas, destacan la necesidad de experimentar los efectos rápidamente, demostrar la invulnerabilidad erróneamente asumida por los adolescentes, problemas en el manejo de emociones, como el estrés o la ansiedad, entre otros factores.
Hay evidencia científica que sostiene que la habituación a estos patrones de abuso tiene consecuencias negativas para la salud física y mental a corto y mediano plazo. La alteración del funcionamiento químico del cerebro y del sistema nervioso, así como el debilitamiento de la capacidad de autocontrol, incrementa exponencialmente el riesgo de daño y del eventual desarrollo de alcoholismo.
Diversos estudios coinciden en que esta práctica de consumo está bastante extendida, sin embargo, parece que el rango de mayor incidencia se da entre los 20 y 40 años, en varones, aunque los consumos femeninos ya no son marginales. En ese contexto, los investigadores enfatizan en que el problema del alcoholismo no solo radica en la frecuencia del consumo, sino también en la cantidad ingerida en una ocasión. Se menciona que una persona puede llegar a consumir 5 o más bebidas estándares en un intervalo de tiempo de seis horas en el caso de los hombres y 4 o más en las mujeres (National Institute on Alcohol Abuse and Alcoholism) (una bebida estándar contiene 10 gr. de alcohol). Esta intensidad de ingesta genera intoxicación y riesgo de reacciones adversas.
En cuanto a los efectos de corto plazo, incluyen mareos, paro respiratorio si el vómito obstruye las vías respiratorias, pudiendo derivar en muerte cerebral, o riesgo de coma etílico; desvanecimientos y resacas intensas, riesgo de paro respiratorio, así como conductas riesgosas como sexo sin protección, agresiones y delitos. En materia de daño físico, están documentados los trastornos hepáticos, como la cirrosis y el hígado graso, la enfermedad cardíaca en personas mayores, el deterioro de las funciones cognitivas, y un mayor riesgo de demencia en comparación con los bebedores moderados. Las condiciones preexistentes de la salud del bebedor, es decir las comorbilidades físicas o de salud mental, también son importantes ya que coadyuvan en el agravamiento de las consecuencias.
Otro riesgo se refiere a los accidentes debido a la pérdida de coordinación y la disminución de la capacidad de respuesta del cerebro. Las probabilidades de morir en un accidente automovilístico son 13 veces mayores cuando se tiene una alta concentración de alcohol en sangre.
En lo que se refiere al impacto en la salud mental el consumo frecuente e intenso de alcohol tiene consecuencias negativas, como los trastornos depresivos, ansiedad, irritabilidad y trastornos del sueño. Además, puede generar comportamientos agresivos y violencia en las relaciones familiares y sociales.
Es importante informar y educar a los y las jóvenes respecto a los riesgos del abuso de alcohol, desmitificar las creencias erróneas que refuerzan el consumo, el abuso y la normalización del consumo, así como promover la salud mental, comportamientos resilientes y la prevención de los riesgos juveniles.