El duelo es parte de la vida, así que tómate tu tiempo
¿Te mudaste? ¿Terminaste una relación? ¿Perdiste a tu mascota? Vivimos en constante duelo y no lo sabemos. Para vivirlo es ideal ir sin prisas, vivir el proceso y buscar ayuda profesional si es necesario.
Por Ele Sipán
Counselor Humanista y tanatóloga
El duelo es un proceso activo y personal que puede pasar desapercibido para los demás. Por eso nos sentimos incomprendidos cuando atravesamos una pérdida y nos vemos presionados a recuperarnos rápidamente para volver a ser parte de nuestro entorno.
Como sociedad, hemos entendido que el duelo solo se experimenta cuando se pierde a un ser querido, ya que la muerte es la pérdida más visible que todos vamos a transitar, pero no es la única.
Lo real es que solo hacemos duelo, cuando la pérdida ha sido significativa; y no solo perdemos físicamente a las personas sino también podemos perder lugares, roles, vínculos, creencias, etc. Por ejemplo, se nos puede hacer difícil afrontar una mudanza, dejar o perder un espacio que tiene valor sentimental. Terminar una relaciónsentimental deja muchos sueños rotos y planes truncos. Perder un trabajo o que no sea factible un proyecto al que le dedicamos tiempo y esperanza no sólo nos complica económicamente, sino que también nos hace perder seguridad y autoestima laboral. Terminar una amistad también nos deja un vacío profundo y mucho dolor. Perder la salud, perder la vitalidad, terminar una etapa de la vida o empezar una nueva puede suponer un proceso de duelo.
Los cambios conllevan duelos
Recuerda también que cualquier cambio conlleva una luz y una sombra: aspectos positivos y felices que provoca compartir, y aspectos difíciles que nos dejan sin poder transmitirlos en palabras. Por ejemplo, ganar una beca para estudiar en otro país implica el emocionante proceso de diseñar una nueva vida fuera, pero también echar de menos a nuestras familias, costumbres, rutinas, y demás. O como cuando nos convertimos en padres y lo poco que se habla de la pérdida del espacio personal, el cambio de prioridades, y la postergación de algunas metas profesionales.
Sólo tú sabes cuánto significaba para ti aquello que no llegó a ser cómo esperabas. Tus sentimientos son válidos y todo es transitorio, pero necesitas darle su tiempo y espacio. Si huimos del dolor y de los sentimientos que conlleva una pérdida o cambio de planes, se irá gestando un vacío extraño. Ten en cuenta también que existen las pérdidas concurrentes, que son aquellas que suceden como una seguidilla de acontecimientos agotadores y que no nos dejan procesar cada situación porque debemos seguir funcionando.
Permítete sentirlo
Duelar un cambio es importante, porque nos permite darle espacio e integrar esta experiencia y su aprendizaje a nuestras vidas. De esta manera, cuando volvamos a experimentar otra pérdida significativa, ya le dimos tiempo y luz a cada dolor, y no se nos remueve y complica todo aquello que no lloramos antes. Cada duelo que no nos permitimos transitar se cronifica cuando ocurre una nueva pérdida.
Es importante conservar un espacio de tiempo para escucharte y sentirte. Puedes cultivar hábitos que te inviten a ello, como realizar caminatas, meditar, pintar o escribir. Pero si identificas que está siendo muy difícil retomar tus actividades cotidianas, es momento de buscar ayuda profesional. Lo único constante es el cambio, y cuando nos negamos a vivir la experiencia, nos negamos también el camino de autoconocimiento que la vida nos propone.
Cada quien tiene su propio tiempo para encontrar recursos personales y una red de apoyo para afrontar una pérdida, pero se vuelve muy difícil cuando no identificamos esos recursos en nuestro entorno, cuando no pedimos ayuda o no encontramos espacios donde hacer más visible ese tránsito. Por eso, siempre insisto en que si lo ves necesario, busca la ayuda de un profesional que te acompañe en este proceso.