La alimentación de nuestros hijos es una de las mayores preocupaciones que tenemos como padres desde que nacen. Durante los 6 primeros meses, nos enseñan que no existe alimento más completo para ellos que la lactancia materna. Luego, se inicia la alimentación complementaria y ya para el primer año de vida, las frutas, verduras, proteínas y otros alimentos que antes ocupaban un segundo lugar, pasan a ser la fuente nutricional más importante para su crecimiento.
Es durante esta etapa que algunos niños pueden empezar a mostrar ciertas conductas en su relación con los alimentos, los cuáles podrían indicarnos que estamos frente a un picky eater. Pero, ¿de qué se trata esto?
¿Cómo saber si mi bebé es un picky eater?
¿Tu pequeño tiene preferencia por algunos grupos de alimentos más que por otros? ¿Se rehúsa a probar nuevos sabores o texturas? ¿Come poco o casi nada? ¿No te permite mezclar un tipo de comida con otra? Si respondiste que sí, puede ser que tengas en casa a un niño con selectividad alimentaria o más conocido como picky eater, pero ¡calma! Según Zaira Racchumi, nutricionista pediátrica, esta etapa que suele darse alrededor de los 2 años es muy común. “Casi todos los niños tienen fases de selectividad alimentaria. Lo que debemos saber es que algunos casos suelen ser transitorios, mientras que otros son más prolongados. En estos últimos es muy importante el acompañamiento de una nutricionista y terapista ocupacional”, comenta.
Marcará una importante diferencia estar atentos a estas señales de alerta para actuar a tiempo y evitar consecuencias que se vean reflejadas en su curva de crecimiento. Además, agrega Racchumi, es necesario resaltar que los bebés picky eaters también suelen presentar problemas sensoriales, motrices o de conducta los cuales debemos vigilar.
Lo que debes hacer en casa
Para hacer que la hora de los alimentos no se convierta en una tortura para la familia, la nutricionista nos brinda algunos consejos que te serán de mucha ayuda. Toma nota:
- Mantén horarios estructurados en todas las comidas.
- Involucra a tu pequeño en la cocina y deja que participe en las preparaciones del día.
- Permite que tu hijo juegue con los alimentos y evita limpiarlo constantemente para que no asocie que la comida jamás debe estar en contacto con su piel.
- Sirve alimentos nuevos en pocas cantidades y no los mezcles con los alimentos que ya conoce. Si no lo recibe la primera o segunda vez, ¡persiste! Se aconseja ofrecerlo nuevamente al menos en 15 momentos diferentes.
- Prepara las comidas en diferentes presentaciones, con variedad de texturas e ingredientes. Los alimentos deben presentarse de manera divertida.
- No olvides que el plato de tu bebé siempre debe estar compuesto por: 25% de alimentos constructores (proteínas) + 25% de alimentos energéticos (carbohidratos) + 50% de alimentos protectores (frutas y verduras). Pero ojo, lo que coma, dependerá de cada niño.
Lo que debes evitar:
- Dar dulces como premio por comer algún alimento que no le gusta.
- Preparar comidas diferentes para todos los miembros de la familia. Intenten comer todos juntos y siempre lo mismo. Ellos se guían por el ejemplo.
- Obligarlo a dejar el plato vacío. Respeta sus señales de hambre y saciedad.
- Ofrecer muchos snacks durante el día.
- Usar distractores durante las comidas como las tablets, celulares o televisión.
- Chantajes emocionales para comer, así como las celebraciones por comer algo que no le gusta.