Investigación

¿Qué sucede en tu cerebro cuando te enamoras?

En el día de San Valentín, indagamos qué es lo que ocurre realmente en nuestro cerebro cuando sentimos atracción por alguien.

Contrario a lo que nos enseñan desde pequeños o lo que se dice tradicionalmente, el amor no surge del corazón, sino del órgano más complejo de todos: el cerebro. Cuando vemos a una persona que nos gusta, nuestros ojos envían esa información al cerebro y se lleva a cabo todo un proceso que finalmente puede desencadenar en el enamoramiento. 

“El amor es una cosa diferente para cada persona, pero deriva principalmente de tres circuitos cerebrales: el deseo sexual, el amor romántico y el apego. Se trata de sistemas cerebrales diferentes”, explica Helen Fisher, neurobióloga, antropóloga e investigadora del comportamiento humano en la Universidad Rutgers. “El deseo sexual te hace buscar un amplio abanico de compañeros, el amor romántico te hace concentrar tu energía en uno solo y el apego te permite quedarte con esa persona al menos hasta educar un hijo durante su infancia”. 

Los estudios neurológicos sugieren que “numerosas regiones cerebrales relacionadas con la recompensa y la motivación, como el hipocampo, el hipotálamo y el córtex del cíngulo anterior se activan cuando pensamos en una pareja romántica o estamos en su presencia. En paralelo, se desactivan áreas como la amígdala y el córtex frontal, un proceso cuya función posiblemente sea reducir la probabilidad de la aparición de emociones negativas o juicios críticos sobre la pareja”, dice Gayle Brewer, profesor titular de la Facultad de Psicología de la Universidad de Central Lancashire, en un informe para The Conversation.

¿Qué partes del cerebro intervienen?

El amor se produce en el sistema límbico, el cual está formado por diferentes estructuras interconectadas en el cerebro que se activan de diversa manera cuando sentimos amor. Por ejemplo, el hipotálamo es el encargado del deseo sexual. La ínsula, la corteza del cíngulo, los núcleos caudados y el putamen generan emociones positivas y de bienestar. La activación de la amígdala, la corteza frontal y prefrontal, encargadas del juicio crítico y nuestra conducta durante el enamoramiento, hacen que todo sea perfecto en esa persona. Es entonces cuando el amor empuja a buscar satisfacer el deseo para garantizar la reproducción. 

El hipotálamo estimula la producción de testosterona y estrógeno. Las mujeres actúan de manera más abierta y agresiva. Los hombres se vuelven más pasivos y suaves en su trato por el aumento de estrógeno. La dopamina es la culpable del romance, ya que se encarga de activar el sistema de recompensa que nos hace sentir bien. La norepinefrina nos arrebata el hambre y el sueño cuando estamos enamorados. 

La oxitocina es producida durante la lactancia, el sexo y el parto, es decir, actividades que requieren garantizar vínculos sólidos que pueden asegurar la reproducción y la supervivencia de la especie. La vasopresina estimula la conducta paternal, afianza los lazos entre parejas y existe la posibilidad de que sea la responsable de la monogamia.

“El grado de activación cerebral durante las primeras fases de una relación romántica parece que influye tanto en nuestro propio bienestar como en qué medida la relación es un éxito o un fracaso”, agrega Gayle Brewer.

Amor romántico versus apego

Según explica Fisher, a medida que crecemos generamos un mapa inconsciente del amor, una lista de lo que buscamos en una pareja. Cuando aparece el que encaja en ese mapa se activa ese circuito cerebral del amor romántico, el cual puede producirse de manera instantánea. 

“Lo primero que pasa cuando nos enamoramos es que todo cobra un significado especial, todo en esa persona es especial, te centras solo en lo que te gusta de esa persona. Euforia cuando todo va bien y una desolación horrible cuando va mal. Aunque desees acostarse con esa persona, lo que deseas de verdad es una conexión emocional. El amor romántico es una ruta primitiva muy básica que atraviesa nuestro cerebro”. 

El apego, en cambio, va creciendo y tarda mucho más tiempo en asentarse. “Puedes enamorarte locamente de alguien sin sentir apego profundo. El apego lleva su tiempo. Tienes que conocer mucho a esa persona, sentir confianza, seguridad y respeto para sentir esa conexión cósmica”.

Si bien culturalmente el enamoramiento se ha considerado como una emoción inexplicable del ser humano, está claro que este se deriva de diversos procesos químicos de nuestro cerebro. Sin embargo, la elección de quién es merecedor de este amor es todavía un bonito misterio. 

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