El crecimiento infantil es un indicador clave de salud. Detectar a tiempo una talla baja o retraso en el desarrollo puede hacer la diferencia en el bienestar futuro de cada niño.
Ver crecer a un hijo es motivo de alegría para cualquier familia, pero también una oportunidad para vigilar su desarrollo. La talla y el peso son indicadores que reflejan no solo la genética, sino también el estado nutricional y la salud general del niño.
“El control del crecimiento y desarrollo de todo niño es fundamental para la prevención y detección de alteraciones del crecimiento. Aquellos niños que presenten talla baja o disminución significativa de la velocidad de crecimiento deben ser derivados al especialista”, señala la endocrinóloga pediátrica Karim Kundert, en un artículo de la Clínica Ricardo Palma, quien enfatiza que el diagnóstico y tratamiento oportuno son clave para lograr buenos resultados.
¿Cómo saber si mi hijo está creciendo bien?
Durante las consultas de control del niño sano, el pediatra mide peso y talla y los compara con las curvas de crecimiento establecidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Estas gráficas permiten saber si el niño está dentro del rango esperado para su edad y sexo.
La pediatra María Lizbet Cornejo explica que en esos controles se utilizan los llamados “percentiles”, que indican cómo se compara un niño con otros de su misma edad. “Cuando la talla está por debajo del percentil 5, hablamos de talla baja y es necesario un seguimiento”, precisa.
La historia clínica familiar también aporta información importante. Si los padres son de baja estatura, el niño podría tener una talla baja familiar. Sin embargo, cuando la diferencia con los estándares es marcada o hay una desaceleración en el crecimiento, es necesario investigar otras causas.
¿Cuánto debe crecer un niño cada año?
De acuerdo con Kundert, la velocidad de crecimiento varía según la edad:
- Primer año: 24 a 25 cm por año
- Segundo año: 12 a 13 cm por año
- Tercer año: 7 a 9 cm por año
- De 4 a 10 años: 5 a 6 cm por año
- Etapa prepuberal: 3 a 4 cm por año
- Durante la pubertad entre 7 y 12 cm por año (con un pico de crecimiento de 8.8 cm en niñas y 9.5 cm en niños)
Principales causas de talla baja
Las razones detrás de una talla baja pueden ser múltiples. Existen causas genéticas, nutricionales, hormonales, crónicas e incluso psicosociales. Entre las más comunes se encuentran:
- Desnutrición o deficiencia de proteínas
- Enfermedades crónicas (cardíacas, renales o gastrointestinales)
- Alteraciones hormonales, como el déficit de la hormona del crecimiento
- Síndromes genéticos o displasias esqueléticas
- Falta de descanso o estrés emocional
Señales de alerta que debemos atender
Comparar a los niños con sus compañeros puede generar preocupación innecesaria, pero detenerse en el seguimiento médico sí es fundamental. Si se observa que el niño no crece como antes o que su talla se ha mantenido igual durante varios meses, lo ideal es visitar al pediatra.
“Si vemos que la talla de nuestros niños se ha detenido tendríamos que acudir al pediatra quien se encargará de verificar si hay alguna alteración que amerite observación o derivación con endocrinología pediátrica”, sostiene Cornejo.
Diagnóstico y tratamiento oportuno
Cuando el pediatra sospecha un problema de crecimiento, puede solicitar estudios complementarios, como análisis de hormona de crecimiento e IGF-1, pruebas tiroideas, edad ósea o cariotipo, entre otros.
Solo tras una evaluación completa se determina si el niño requiere tratamiento con hormona del crecimiento. “No todos los casos lo necesitan”, aclara la Dra. Kundert, “y aunque suele ser un tratamiento seguro, debe ser indicado y monitoreado por un especialista”.
Hábitos que promueven un buen crecimiento
Además de la atención médica, recuerda que existen hábitos que ayudan a potenciar el crecimiento infantil. ¿Cuáles son?
- Mantener una alimentación balanceada, con proteínas, frutas y verduras.
- Garantizar buen descanso nocturno, ya que la hormona del crecimiento se libera durante el sueño.
- Fomentar la actividad física regular y el juego al aire libre.
- Evitar el estrés y la sobrecarga de actividades.
El crecimiento es un reflejo del bienestar integral del niño. Detectar a tiempo cualquier alteración y acompañarla con un entorno saludable permitirá que cada uno de nuestros engreídos alcance su máximo potencial.
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