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El futuro del COVID-19

La evolución viral es un partido largo. Esto es lo que los científicos anticipan que ocurrirá.

El 19 de enero de 2020, aproximadamente una semana después de que el mundo supo por primera vez que había una misteriosa serie de casos de neumonía en la región central de China, las autoridades anunciaron que los científicos habían identificado al culpable: un nuevo coronavirus.

Fue un anuncio simple y de una familiaridad preocupante. Casi dos décadas antes, otro coronavirus había superado la barrera de las especies y se había propagado con rapidez por el mundo, causando una nueva enfermedad fatal llamada síndrome respiratorio agudo grave, o SARS, por su sigla en inglés.

El virus, que se llegó a conocer como SARS-CoV, mató a 774 personas antes de que las autoridades sanitarias lograran contenerlo.

Con lo que muchos científicos no contaron fue con su propagación desenfrenada por todo el planeta. Durante las siguientes semanas, el nuevo virus, SARS-CoV-2, se extendió de Wuhan, China, a un crucero en Japón, un pequeño pueblo en el norte de Italia y una conferencia sobre biotecnología en Boston. País por país, los contadores de cifras globales de coronavirus se pusieron en rojo.

Con cada infección surgen nuevas oportunidades para que el virus mute. Ahora, a casi dos años de iniciada la pandemia, estamos avanzando por un abecedario de nuevas variantes virales: la alfa de rápida propagación, la beta que evade el sistema inmunitario, y luego gamma, delta, lambda y, más recientemente, mu.

“Tenemos infecciones descontroladas en gran parte del mundo, y eso va a dar lugar a más oportunidades para que el virus evolucione”, dijo Lauring.

Incluso para un virus, la evolución es un proceso a largo plazo, por lo que nuestra relación con el SARS-CoV-2 todavía se encuentra en sus primeras etapas. Es extremadamente improbable que logremos erradicar este virus, en opinión de los científicos, y es difícil predecir cómo serán los siguientes años… y las siguientes décadas.

Aunque todavía hay muchas posibilidades, lo que sí sabemos es que el SARS-CoV-2 no dejará de evolucionar, por lo que la carrera armamentista que tenemos con el virus apenas comienza.

Perdimos las primeras rondas, cuando le permitimos al virus propagarse con total libertad, pero todavía contamos con armas poderosas para la batalla.

Las más notables son las vacunas de gran efectividad que se desarrollaron a una velocidad récord. “Creo que es esperanzador el hecho de que las vacunas contra el SARS-CoV-2 en este momento sean más efectivas de lo que jamás han sido las vacunas contra el resfriado”, aseveró Bloom.

Incluso las vacunas de primera generación ofrecen protección sustancial contra la enfermedad, y hay muchas opciones para mejorarlas, ya sea mediante cambios en las dosis y los plazos, con ajustes específicos para nuevas variantes o el desarrollo de nuevos enfoques, como aerosoles nasales, que puedan funcionar mejor para detener la transmisión.

“Tengo mucha fe en que podamos resolver cualquier trayectoria evolutiva perjudicial mejorando nuestras vacunas actuales o las de la próxima generación”, dijo Read.

La COVID-19 quizá solo nos haya mostrado qué ocurre cuando un coronavirus nuevo se propaga en una población sin inmunidad previa.

“Quizá no sea un enemigo tan diferente de los que ya conocemos”, comentó Lavine. “Solo nos agarró en un mal momento”.

Por supuesto, todavía hay gran incertidumbre, alertan los científicos, como por ejemplo cuánto tardaremos en llegar al punto de equilibrio. Ahora que las infecciones comienzan a bajar de nuevo en Estados Unidos, hay esperanza de que lo peor de la pandemia ya quedó en el pasado.

Por desgracia, hay muchas zonas del mundo donde la gente no se ha vacunado y este virus ya demostró que puede sorprendernos. “Deberíamos conservar una actitud de cautela y humildad al intentar predecir qué podrá hacer en el futuro”, advirtió Crotty.

Aunque no podemos protegernos contra cualquier eventualidad, podemos inclinar las probabilidades a nuestro favor ampliando la vigilancia del virus, acelerando la distribución mundial de vacunas y frenando la transmisión hasta que se pueda vacunar a más personas, dijeron los científicos.

Las medidas que tomemos ahora ayudarán a determinar cómo serán los próximos años, comentó Jonathan Quick, experto en salud mundial de la Universidad de Duke y autor de The End of Epidemics.

El futuro, dijo, “depende mucho mucho más de lo que hagan los humanos que de lo que haga el virus”.


Hasta la fecha, más de 237 millones de personas han sido infectadas por el virus y 4,8 millones han muerto, 700.000 de ellas tan solo en Estados Unidos.



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