BienestarSalud Física

Microbiota y deporte

El ejercicio afecta la composición de la microbiota equilibrando el peristaltismo, es decir, los movimientos intestinales, la asimilación y hasta desinflama.

La relación entre actividad física y el equilibrio de la composición intestinal es directamente proporcional. Incluso, el tipo de alimentación que llevemos puede influir en su equilibrio o desequilibrio.

La presencia de algunas bacterias pueden indicar mayor capacidad física en fuerza o resistencia, incluso sin entrenar. 

El factor desencadenante del desequilibrio es el sedentarismo, la falta de movimiento. No solo basta con la alimentación probiótica y prebiótica, es solo parte del camino.

El ejercicio, por el contrario, aumenta las enzimas antioxidantes, las citoquinas antiinflamatorias y las proteínas antiapoptóticas.

 

Algunos ejercicios para mejorar el estado de la microbiota

 

La natación y el pilates pueden ayudar a evitar el estreñimiento porque en ambos el abdomen se contrae y trabaja. Durante la realización de los mismos esta zona debe estar lo más activa posible.

Los ejercicios de movilidad de cadera junto con la marcación del abdomen permitirán estimular los músculos del vientre. Los ejercicios de cardio y de resistencia se deben de hacer al menos 4 veces por semana, intercalando cada tipo de actividad. 

Se puede por tanto concluir que la actividad física, a través de la contracción muscular y el consumo de oxígeno que genera, puede inducir cambios en el perfil de la microbiota intestinal, lo cual contribuye a explicar los beneficios del ejercicio para la salud.

El ejercicio físico es beneficioso para aliviar los síntomas de numerosas enfermedades, a pesar de que aún queda por aclarar la contribución del microbioma intestinal a esos beneficios. Es un campo de investigación que se abre de cara al futuro. 

 

 

 


El ejercicio mejora y aumenta la diversidad microbiana y puede combatir a diversas bacterias.



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